La arquitectura como eje dinamizador de la economía colombiana

El sector de la construcción en Colombia sin duda se ha fortalecido cada año, aportando al crecimiento del PIB nacional y a la participación económica de todas las disciplinas que allí se encuentran. La arquitectura es sin duda una de las especialidades fundamentales para fortalecer el campo y garantizar así una mejor ejecución de las obras.
Por eso, Areandina conversó con Gabriel Díaz, presidente del grupo empresarial Oikos y miembro del Consejo Superior de Areandina, en el marco del lanzamiento del nuevo programa de Arquitectura en esta Institución de Educación Superior que se ofrecerá en Pereira y en Valledupar. 

 

Areandina: ¿Cómo ve el campo de la arquitectura actualmente en Colombia?

Gabriel Díaz: En Colombia la construcción es uno de los sectores que más genera empleo y por lo tanto más desarrollo para el país. De hecho, una de las necesidades más importantes para Colombia es poder dar vivienda a todas las personas y con ello acceso a los servicios básicos en estructuras arquitectónicas amigables con el medio ambiente y que resuelvan los problemas actuales de acceso a la tecnología entre otros aspectos fundamentales para el desarrollo sostenible.

 

A: Precisamente frente a esto que usted nos plantea ¿cuáles considera que son los retos que debe superar la arquitectura en Colombia retomando ese concepto de arquitectura sostenible?

G. D: La arquitectura en este momento tiene que mirar con mucho cuidado y detalle el tema de la sostenibilidad, porque realmente el planeta está ante un problema de mucha gravedad y muy difícil de manejar sino se atiende a tiempo por el Estado. Los países en general y los profesionales tienen que ser muy responsables en lo que están pensando y en lo que van a llevar a cabo, porque este es un compromiso que no solamente los afecta a ellos, sino que va a afectar en el futuro a nuestros hijos, a nuestros nietos y a las generaciones que vienen después. Si estos problemas no se corrigen ahora, podemos llegar a situaciones indefendibles, difíciles de reversar.

 
A: Técnicamente ¿qué hay que hacer para que la arquitectura esté entonces a favor del cuidado del planeta?

G. D: Esto no es tan fácil de resolver porque son conflictos que tocan intereses muy importantes del desarrollo económico y de la empresa privada, pero sí hay que asumirlos. Los arquitectos deben tener conciencia de que ellos no pueden ser colaboradores de la destrucción sino más bien promotores de la no destrucción. Debe existir una responsabilidad conjunta, esto no lo puede hacer una persona sola: las universidades, el gremio, el Gobierno.

 

A: Sabemos que usted tiene un gran aprecio por el eje cafetero. ¿Qué opinión le merece que exista esta nueva oferta para una región de arraigos culturales, de esa cultura cafetera que plasmamos en la esencia de la arquitectura?

G. D: El eje cafetero tiene factores muy importantes, tanto así que yo estoy casado con una mujer de allí. Yo veo y todos vemos en esa región una historia y un concepto de la tenencia de la tierra muy especial. Allí pueden descubrir, ampliar y progresar mucho más rápidamente, el eje cafetero reúne, convoca y resume una cantidad de conceptos importantes del pasar de la vida y de cómo debe ser el futuro de las cosas.

 

A: Finalmente ¿qué recomendaciones les da a las nuevas generaciones para fortalecer el campo del diseño y la arquitectura en Colombia y también para explotar unas de las competencias que tenemos los colombianos pero que pocos desarrollamos como la creatividad?

G. D: Lo primero, que adquieran conciencia de la importancia del proceso; si no tenemos en la cabeza que esto es muy transcendente no vamos a actuar, una conciencia real, de todos, sobre la importancia que ese proceso tiene dentro de la vida nuestra y la vida del futuro. Teniendo esa conciencia comenzar a estudiar para participar en las soluciones sin hacer daño, porque no se trata simplemente de afirmar “acabemos con esto, no hagamos esto”, sino saber qué consecuencias tiene cada una de esas decisiones para ver de qué forma se puede mejorar o cambiar.
Las soluciones tienen que ser posibles, o sea, uno no puede inventar soluciones que lo que hagan es una disfunción, que no van para ninguna parte o que nadie las pueda hacer. Hay que ver la viabilidad de las cosas, oír a los que piensan diferente para poder de allí sacar también posibles soluciones. 
Alguien decía con mucha inteligencia que Dios nos hizo con dos ojos, dos oídos y una sola boca, porque uno tiene que ver y oír a los demás antes de hablar y pronunciarse, uno tiene que entender que los demás también pueden tener razones importantes para aportar buenas soluciones.