La educación financiera como elemento para el desarrollo económico en Colombia

En un mundo de constante cambio, las finanzas se convierten en un objeto de estudio significativo y más, si éste genera un impacto con el crecimiento y desarrollo económico. De acuerdo con el estudio “Estrategias nacionales de inclusión y educación financiera en América Latina y el Caribe: retos de implementación” realizado por la OCDE y por el Banco de desarrollo de América Latina en el 2020, se evidencia que las capacidades financieras de los estudiantes colombianos durante el período 2012 – 2015, se encuentran por debajo del promedio de la OCDE.

Para Camilo Andrés Martínez Delgado, docente del programa de Finanzas y Negocios Internacionales de Areandina, “el escenario es tan preocupante que no alcanzan el nivel 2, catalogado como un nivel básico de competencias al situarse sobre el 57%. Sin lugar a dudas, se convierte en un efecto dominó el cual repercute en las siguientes generaciones y su comportamiento en el sistema financiero”.

Según el análisis de Santiago Castro, presidente de Asobancaria, “durante el primer semestre del 2021, se han establecido nuevos picos de cartera en las entidades financieras situándose en promedio en el 17.1% superando en 10 puntos porcentuales al nivel esperado”.

Dicho incremento está explicado en parte por la pandemia generada por el COVID-19, el paro nacional, así como el incremento de la tasa de informalidad la cual se situó para el periodo de mayo a julio del 2021 en 48.1% de la población ocupada de acuerdo con el boletín técnico del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Aunque en Colombia se han implementado estrategias en pro de fomentar la educación financiera como el decreto 457 del 2014, por el cual se organiza el Sistema Administrativo Nacional para la Educación Económica y Financiera, se crea una Comisión Intersectorial y se dictan otras disposiciones y desde el Ministerio de Educación Nacional a partir del mismo año se brindan orientaciones pedagógicas para fomentar el nivel de educación financiera, lo cierto es que las pruebas PISA y las mediciones, reflejan que existe un gran tramo para llegar a un nivel aceptable de educación financiera, en variables como la concepción del uso de medios electrónicos del sistema financiero, la comprensión del flujo de caja personal, las alternativas de inversión y ahorro.

“Dichas variables de no mejorar aportan a la persistencia en la trampa de la pobreza, así como el sostenido coeficiente de GINI el cual en promedio no varía significativamente del 0.5 en nuestro país durante la última década y refleja un alto grado de inequidad en la distribución de los ingresos”, explica el docente Martínez.

Dicho lo anterior, sin desconocer los desarrollos de diversas entidades e instituciones, aún hay un amplio tramo para mejorar el nivel de educación financiera y en ese sentido, desde el programa de Finanzas y Negocios Internacionales de Areandina, el experto Martínez resalta: “Las Instituciones de Educación Superior, entidades gubernamentales, financieras y organizaciones, estamos llamadas para trabajar conjuntamente en el fomento de diversas estrategias en educación financiera tanto en población joven como adulta, lo cual conduzca en un incremento del desarrollo económico, así como un mejor nivel de la calidad de vida”.