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Jun 11, 2020

¿Se puede aprender a innovar?

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¿Se puede aprender a innovar?

A pesar de parecer algo que solo es posible con tecnología de punta, la innovación puede surgir en cualquier lugar y además se puede estudiar y aprender.

En la más reciente entrega del ‘Índice de Innovación Bloomberg 2020’, tan solo dos países latinoamericanos, Brasil y Argentina, están entre los primeros cincuenta países de las economías más innovadoras del planeta. Esto es preocupante para los países de la región como Colombia, ya que la innovación es uno de los ejes fundamentales para el desarrollo de cualquier país. Además, en plena Cuarta Revolución Industrial, innovar es una necesidad para no caer en la obsolescencia de un mundo que cambia a pasos agigantados.

Por eso, la pregunta ya no debe ser si se deben hacer esfuerzos para promover la innovación porqué la respuesta es un rotundo ¡sí! La pregunta debe ser: ¿cómo hacerlo?

Aunque para muchos la innovación es algo exclusivo de los grandes laboratorios de punta y de las oficinas de vanguardia, lo cierto es que el verdadero lugar donde nace una solución innovadora es en donde se reconoce que hay una necesidad. Así lo asegura Santiago Amador, director de la recién abierta Maestría en Innovación de Areandina, que desde su experiencia de más de quince años (entre otras cosas como Director Nacional de Políticas de Acceso, Uso y Apropiación de Internet del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y asesor en Innovación Educativa del Ministerio de Educación Nacional), está convencido de que no solo es posible aprender a innovar, sino que es algo que cualquier persona, independientemente de su área de trabajo puede hacer.

“La innovación no es un territorio exclusivo de las personas consideradas como ‘creativas’. Es un proceso que requiere la suma de talentos diferentes, en donde también deben intervenir ideadores, conceptualizadores, implementadores y evaluadores” dice el experto. Precisamente la educación, como la maestría que dirige Amador y los otros cinco nuevos programas que Areandina lanzó este año — Maestría en Epidemiología, Maestría en Gerencia de Mercadeo Digital, Ingeniería Industrial Distancia, y Especialización en Derechos de Autor, Propiedad Industrial y Nuevas Tecnologías— tienen un componente virtual para que cualquier persona en el territorio nacional tenga la oportunidad de impulsar sus habilidades humanas y competencias tecnológicas para ser disruptivos e innovadores en cada uno de sus campos de trabajo.

La Maestría en Innovación en Areandina busca, entre otras cosas, dar herramientas para formar ese modelo de pensamiento innovador y sobre todo poner este concepto al alcance de todas las profesiones y estratos sociales. Después de todo: “No es simplemente un momento de ‘iluminación’ y epifanía, sino un proceso que le permite a las organizaciones, desde su ADN, adaptarse a tiempos inciertos y seguir vigentes a pesar de los cambios” añade Amador.

De hecho, para Amador, la tecnología tampoco es un prerrequisito para la innovación. Aunque ha sido uno de los vehículos que han impulsado y permitido proyectos en todo el mundo, tecnología e innovación no son conceptos equivalentes. Una nueva forma de ejecutar procesos, sin importar que tan complejos o simples sean, o sencillamente una forma novedosa de pensar pueden ser los grandes desencadenantes de la innovación sin que haya tecnología de por medio.

Un ejemplo claro de que una empresa puede empezar a implementar estrategias y sistematizarlas para la innovación son las start ups. En palabras del experto: “Parten del estudio riguroso de necesidades del cliente (pain points), generan de manera rápida prototipos o hipótesis que van ajustando en la marcha y consideran sus productos o servicios como prototipos eternos que buscan mejorar en la marcha. Hay startups que pueden salirse de este patrón, pero no es lo usual”.

Amador reconoce que si hay un reto principal en el país es el de generar una cultura de innovación dentro de las organizaciones y formar el liderazgo adecuado para hacerlo. Además, dice que encontrar el talento humano necesario, especialmente en campos como la programación, el diseño, el análisis de datos y el mercadeo sofisticado, sigue siendo todo un reto.

Aun así, se mantiene optimista sobre el futuro del país y su capacidad de innovar: “Aunque aún nos falta mucho como ecosistema de innovación, creo que, en la historia, no ha habido un momento más propicio para la innovación y el emprendimiento que este”.