Carolina Gallego Londoño
Docente del programa de Tecnología en Radiología e Imágenes Diagnósticas.
Uno de los grandes fenómenos innegables de la pandemia ha sido el aislamiento y el encierro en nuestros hogares, hecho que ha provocado largas horas de encierro y la disminución de las actividades físicas y el aumento de enfermedades osteoarticulares como la osteoporosis, sobre todo para la población de los adultos a nivel global.
La osteoporosis, se considera una enfermad crónica degenerativa causada por múltiples factores que disminuyen la masa ósea generando deterioro de la microarquitectura del esqueleto, lo cual determina el aumento de riesgos de fractura como consecuencia de traumas simples o mínimos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la osteoporosis es una de las epidemias de este siglo y en el que uno de cada cinco hombres y una de cada tres mujeres tienen predisposición a lesiones por la pérdida de la masa ósea. Esto se traduce en que aproximadamente el 50% de las mujeres y el 20% de los hombres mayores de 50 años, presentan dicho trastorno óseo.
Para Colombia la situación es particularmente incierta, ya que no se cuenta con una política de salud pública que tenga prioridad sobre esta enfermedad, en ese sentido no existen programas propuestos por el sistema nacional de salud que prioricen la promoción y la prevención en torno a la osteoporosis, con miras a reducir lesiones que podrían presentarse en las personas con factores de riesgo o diagnosticadas con dicha enfermedad.
Según Carolina Gallego Londoño, docente del programa de Tecnología en Radiología e Imágenes Diagnósticas de Areandina seccional Pereira, “Las personas mayores de 65 años representan factores de riesgo alto, debido a su bajo peso, antecedentes de fracturas por fragilidad ósea, usan glucocorticoides y en las mujeres debido a la etapa de la menopausia”.
Gallego agrega que “otros factores asociados, pero que representan un riesgo moderado, son el tabaquismo activo, la menopausia precoz (menor a 45 años) y las enfermedades degenerativas como la artritis reumatoide, entre otros”.
En las últimas décadas la densitometría ósea se ha convertido en una técnica diagnóstica esencial para la valoración indirecta de la resistencia de los huesos, al mismo tiempo que analiza y evalúa el riesgo de fractura, el cual aumenta en los casos de disminución o pérdida de la densidad mineral ósea.
Para la docente Gallego, “una de las técnicas más utilizadas es la absorciometría dual de rayos X (DEXA). Un examen con una elevada precisión que presenta buena sensibilidad diagnóstica y utiliza bajas dosis de radiación. Mediante este procedimiento se analizan dos regiones: la columna lumbar y el tercio proximal del fémur (cadera), dado que son los mejores sitios para predecir el riesgo de fractura”.
La Sociedad Internacional de Densitometría Clínica - ISCD por sus iniciales en inglés, considera que este examen debe realizarse a mujeres mayores de 65 años, hombres con más de 70 años, así como a personas de ambos sexos que se encuentren por debajo de estas edades siempre y cuando presenten factores de riesgo de fractura.
En este sentido, pensando en la salud de las personas, en especial los adultos mayores, Gallego recomienda:
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