Autor:
Martha Patricia Castellanos Saavedra
Vicerrectora Académica del Areandina. 1.
Últimamente se están publicando cartillas, guías y orientaciones para hacer un buen uso de ChatGPT y otros modelos de inteligencia artificial en la educación. Estos documentos son de alto valor para los docentes al permitir que su interacción con estos algoritmos sea más sencilla y alcance un propósito formativo, a la vez que invitan a que el docente se acerque a su uso y aprovechamiento.
Sin embargo, algunos de estos documentos presentan diversas formas de hacer tablas, resúmenes, buscar definiciones, traducir, entre otros, dinámicas que, en últimas, siguen siendo tradicionales y que difícilmente responderán a las necesidades que enfrentarán en breve los estudiantes en sus entornos laborales.
Y es que la inteligencia artificial promete cambiar el escenario laboral al transformar procesos que ahora se podrán ejecutar de forma rápida y eficiente, al tiempo que llevará a la eliminación de otros que ya no van a necesitarse, sin contar lo más de mil millones de puestos de trabajo que según el Foro Económico Mundial, dejarán de existir en los próximos 10 años.
A la vez, surgirán otras tantas tareas y procesos que hoy probablemente no existen y que por supuesto, no están siendo analizados en los espacios formativos. Luego en la educación superior se deben vislumbrar los posibles futuros de las profesiones, los nuevos roles que podrán derivarse de los cambios actuales y ajustar el modelo enseñanza aprendizaje hacia uno que permita fortalecer la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la ética, el saber hacer y el saber convivir, teniendo a la tecnología como una herramienta valiosa que se encarga de aquello que es rutinario, dispendioso y que mitiga las limitaciones humanas.
Un resultado que está arrojando la inteligencia artificial es la necesidad de gestar un cambio en el paradigma educativo no sólo desde la relación emisor receptor, al lograr que cada estudiante tenga acceso a datos de forma personalizada e inmediata, sino también desde el proceso de formación por actividades hacia uno de resolución de problemas e incluso, desde lo conceptual y curricular hacia el desarrollo de competencias.
Este cambio de paradigma debería conducir a los estudiantes a experimentar con el potencial de la tecnología y a identificar la manera en la que la misma puede colaborar en su desarrollo profesional, en vez de competir con ellos, destacando sus fortalezas como humanos y suavizando sus debilidades.
Luego es necesario que los estudiantes se enfrenten a ambientes reales en los que tendrán que interactuar con la tecnología y logren identificar cómo pueden aprovecharla, a la vez que buscan resolver problemáticas tales como la pobreza extrema, la violación a los derechos humanos, el cambio climático entre otros desafíos con los que nos enfrentamos a diario y que como humanidad debemos enfrentar sin delegar en la tecnología la respectiva solución y aprovechando al máximo, la capacidad trasformadora con la que contamos de manera innata.
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