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Nov 8, 2021

¿Cómo influye el estado de ánimo de los niños en su desempeño académico?

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¿Cómo influye el estado de ánimo de los niños en su desempeño académico?

El rendimiento académico es considerado un termómetro que define el funcionamiento del niño en el ámbito escolar desde un nivel académico, personal y social.  Sin embargo, en la vida académica, habilidad y esfuerzo no son sinónimos, dado que el esfuerzo no garantiza un éxito, y la habilidad empieza a cobrar mayor importancia.

De acuerdo con Ángela Andrea Rodríguez, docente del programa de licenciatura en Pedagogía Infantil, “en las instituciones educativas, las emociones y el estado de ánimo no son considerados como elementos constitutivos en los procesos de enseñar y no se integran de manera consiente en los currículos, dejando de lado un factor que  influye en el desempeño escolar de los niños, pues se cree que éstos, afectan la motivación interna de los estudiantes para aprender a partir del interés y la curiosidad, así como su motivación externa asociada al logro de resultados positivos o para prevenir consecuencias negativas. La inteligencia emocional, al ser parte indivisible de los estudiantes, debe ser considerada por los docentes en forma intencional y pedagógica para favorecer sus desempeños”.

El estado de ánimo y las emociones, si bien presentan diferencias en su naturaleza, se encuentran estrechamente vinculadas y predeterminan la conducta de la persona. Lo que para la docente Rodríguez, “las emociones muy intensas y repetidas pueden generar estados de ánimo y que a su vez, éstos pueden influir tanto negativa como positivamente sobre el desempeño escolar”.

Es preciso señalar que, las dificultades académicas presentadas por los niños, a menudo tienen como trasfondo una alta prevalencia de problemas emocionales que afectan su estado de ánimo y propician comorbilidades como déficit de atención e hiperactividad y depresión. De modo que las emociones influyen de manera negativa en la disponibilidad de los recursos de atención, en la recuperación de la memoria, así como influir de manera positiva en la facilidad para utilizar estrategias de aprendizaje.

La académica Rodríguez indica que las emociones nos alertan sobre las situaciones que se pueden generar en el aula y señalan caminos para educar desde temprana edad con la inclusión de factores que ayuden a los estudiantes a comprender y controlar sus sentimientos teniendo en cuenta la empatía, motivación, autoconocimiento, habilidades comunicativas y sociales, la resolución de problemas y de conflictos.

“El maestro no se encarga sólo de la transmisión de conocimientos o del desarrollo del pensamiento, sino también de fomentar actitudes, emociones positivas y brindar elementos para que sus estudiantes incluyan la tolerancia ante situaciones frustrantes, la capacidad de automotivarse y la resiliencia, entre otros. Cuando el estado de ánimo tiene lugar en el estado mental de la persona, intuitivamente, interferirá en su proceso de estudio, por lo tanto, el rendimiento académico como resultado del proceso de aprendizaje del niño también se verá afectado”, explica la docente Rodríguez.

La académica considera además que los procesos motivacionales están claramente asociados con el rendimiento de los estudiantes y la motivación podría mediar parcialmente las relaciones entre la emoción y el rendimiento. “Los estudiantes propensos a un estado de ánimo que deriva en la ira o la ansiedad, pueden tener un desempeño deficiente, porque estas emociones disminuyen su motivación para aprender y participar en las actividades del aula, que son importantes predictores del éxito académico”, asegura la docente Rodríguez.

Finalmente, la docente resalta que, aspectos como la atención, motivación, el interés y la dedicación pueden fortalecerse y pueden transformarse en factores positivos que contribuyan a mejorar los procesos de aprendizaje. “Se recomienda mejorar estos elementos que contemplan las emociones de los estudiantes y gestionarlas al interior de los entornos de aprendizaje. Los estados de ánimo afectan de manera importante el rendimiento académico de los niños, quienes pueden ser más vulnerables a reflejar sus estados de ánimo en la conducta académica, ya que, los estados negativos pueden propiciar deficiencias en el procesamiento de la información que recibe el estudiante, disponibilidad de los recursos de atención, recuperación de la memoria y por ende en su capacidad de aprendizaje”, concluye la docente Rodríguez.